La soberanía sanitaria, en vilo
Columna INEFAM
- Urge la definición de políticas sensatas y congruentes con el Programa Sectorial de Salud 2018-2024, en donde se garantice el derecho a la salud en un entorno de soberanía sanitaria y en donde los servicios médicos requeridos se vean realmente amparados con un adecuado suministro de insumos, donde las empresas establecidas en el país logran cubrir más del 90% de los mismos, sin dejar de interactuar con el resto del mundo.
- Se requiere en definitiva de la construcción de una mejor seguridad sanitaria que hoy por hoy está trastocada y que puede significar una situación irreversible hacia la población más susceptible.
Enrique Martínez Moreno / José Carlos Ferreyra López
La pandemia del Covid-19, que ya registró un año desde el primer caso detectado, y con cifras crecientes en casos positivos y muertos, ha mostrado tener efectos relevantes en el ámbito sanitario como económico, pues mientras que en el primero ha puesto a prueba la capacidad de los sistemas nacionales de salud para responder ante esta emergencia, en los últimos meses, el cierre de las actividades ha significado un importante desplome de la producción nunca antes visto, incluso con mayor severidad antes una crisis de origen financiero.
El efecto combinado de lo sanitario y lo económico ha llevado a problemas relevantes de la cadena de suministro de medicamentos, como lo han evidenciado diversos países. La marcada dependencia de la producción de los principios activos o de medicamentos terminados de un país a otro ha complicado la atención oportuna de los pacientes de los diversos padecimientos, y ello, ha llevado a replantear sus estrategias de soberanía sanitaria ante situaciones como ahora mismo estamos viviendo.
Estados Unidos ha apostado a la producción de medicamentos esenciales de manera local, a pesar de que podrían ser más costosos con tal de no depender de los productos de China o India. A su vez, India pretende en los siguientes años minimizar su dependencia de farmoquímicos de China, que representa más del 60% de sus importaciones. Europa ya puso a consideración un plan que garantice a los países de la Unión Europea mantener aseguradas sus condiciones sanitarias ante la realidad vivida en los últimos meses y tener acceso a los medicamentos e insumos necesarios.[3]
¿Qué es la soberanía sanitaria?
La concepción más moderna de La “soberanía sanitaria” es la capacidad de un país para actuar de manera eficiente ante una emergencia sanitaria, en donde la cadena de suministro de medicamentos esté asegurada, con sistemas de detección temprana, con apoyo en ciencia y tecnología, así como contar con sistemas de gestión de información (Big Data) que fundamenten las decisiones de los responsables sanitarios.[4]
Se observa entonces que lograr dicha soberanía es un entramado complejo de elementos que deben estar alineados y que deben garantizar, sin duda y de manera particular, la “seguridad sanitaria”.
La “seguridad sanitaria” es definida por la Universidad Johns Hopkins como “capacidad de prevenir y mitigar las epidemias y pandemias”. Dicho concepto aplica del todo a lo que actualmente enfrenta el mundo y es propuesto en su estudio publicado en octubre de 2019 titulado Global Health Security Index. Building Collective Action and Accountability[5] en su primera edición y que precisamente ofrece una evaluación a través de “rankings” entre 195 países que fueron evaluados en seis categorías, con el cual se obtiene un índice global (GHS Index). El valor máximo a obtener por cada país es 100 en cada indicador. La tabla 1 ofrece un resumen de países seleccionados, en el que se observa el puntaje logrado por México.
¿Quién estaba preparado para hacer frente a una pandemia como ésta?
En dicha tabla se muestra que el Score general (average) que confirma que los países están escasamente preparados para hacer frente a una emergencia sanitaria como la actual, pues es solo de 40.2. México se localiza por arriba de la media con 46.9. Estados Unidos de América y Reino Unido, que encabezan en todo los rankings en su índice global, se encuentran por debajo de 75, dejando una brecha importante respecto al puntaje ideal.
En la tabla 2 se muestra el lugar que ocupan los países listados, según el puntaje señalado en la tabla 1. México ocupa el lugar 24 a nivel global.
Las categorías ahí mostradas (y cuyo detalle amerita un nuevo artículo), consideran aspectos como la prevención en la detección de riesgos sanitarios, la detección y reporteo de manera temprana de una emergencia sanitaria local como global, así como evaluar la velocidad de respuesta para mitigar una pandemia con un sistema de salud que sea robusto en su atención y brinde seguridad a sus trabajadores. También considera el nivel de compromiso de cada país para cumplir con normas sanitarias internacionales y colaborar en consecuencia. Por último, los expertos convocados por dicha universidad evaluaron el riesgo ambiental de cada país ante amenazas biológicas en función de sus propias políticas y normas.
Tabla 1
Tabla 2
México, con la tasa de mortalidad más alta
El reto es mayúsculo para todos los países, como México, al contrastar sus puntajes y rankeos respecto al manejo actual de la pandemia. Con cifras acumuladas del Coronavirus Resource Center de la citada universidad Johns Hopkins del del día 20 de noviembre del año en curso, las tablas 3 y 4 muestran para la misma selección de países según los casos confirmados de contagiados por el SARS-Cov 2 y las muertes correspondientes. México muestra la tasa de mortalidad más alta al momento con 9.83% (tabla 3), prácticamente 4 veces mayor que la media global.
En cuanto al número de casos por cada 100 mil habitantes, nuestro país registra 804, que contrasta con países como Tailandia o Corea del Sur con muy bajos casos. En cuanto a muertos por cada 100 mil habitantes (Tabla 4), México se ubica con 79, cifra directamente comparable con Estados Unidos de América o Reino Unido, que a pesar de que tienen más casos de contagio, sus indicadores de mortalidad son sustancialmente más bajos que México (Tabla 3).
La tasa de mortalidad es la división del número de muertos entre el total de casos confirmados de contagio.
Tabla 3 Tabla 4
Fuente: Elaborado por el Instituto Farmacéutico (INEFAM) con base en la Universidad Johns Hopkins, al 20/11/2020.
La esperanza en las vacunas para Covid-19
Es un hecho que aún los países mejor clasificados en el GHS Index han enfrentado problemas en su gestión con resultados preocupantes y urgen de nuevas estrategias que podrán reflejarse en alguna nueva edición de los indicadores del estudio y con la esperanza de que las vacunas para Covid-19 pronto lleguen y se logren aplicar en tiempo y forma, situación que pondrá nuevamente a prueba las capacidades locales de gestión y su interacción con otros países para garantizar el control de la pandemia.
Por lo antes expuesto, la soberanía sanitaria a nivel mundial se encuentra en vilo y México no es ajeno a ello, e incluso, se expresa de manera más aguda, pues a pesar de que nuestro país puede encontrase en una “buena” posición en su consecuente seguridad sanitaria, los resultados no son favorables, y por lo tanto, es frágil, donde en general la gestión gubernamental ha sido deficiente en sus estrategias y en una correcta comunicación hacia la población y con marcados atrasos en el suministro de medicamentos e insumos ante políticas equivocadas en la concepción de la distribución.
Los países se están avocando a fortalecer su soberanía sanitaria, y entre otros aspectos, estaría en el esfuerzo de tener su propio suministro de bienes terapéuticos de manera local, lo que sin duda podrá cambiar la configuración de la producción mundial de fármacos en los próximos años con estímulos a los productores locales.
La Cofepris, ¿oficina de mero trámite?
México sigue una postura contraria a pesar de los hechos señalados. El propósito de hacer compras de manera masiva de medicamentos en el exterior (y que no necesariamente tengan la mayor calidad) a través de reformas a leyes y regulaciones puestas a modo y en manos de la Oficina de Proyectos y Servicios de las Naciones Unidas (UNOPS) podrá romper con una cualidad relevante del país de contar con productores locales, tanto de capital nacional como extranjero.
El caso concreto es la expedición de registros sanitarios de manera exprés y la baja farmacovigilancia que podremos enfrentar en próximas fechas ante el órgano regulador, como es la Comisión Federal de Protección contra Riesgos Sanitarios (Cofepris) que se verá reducido a meramente una oficina de mero trámite y sin mayor injerencia en salvaguardar la seguridad sanitaria.
Urge entonces la definición de políticas sensatas y congruentes con el Programa Sectorial de Salud 2018-2024, en donde se garantice el derecho a la salud en un entorno de soberanía sanitaria y en donde los servicios médicos requeridos se vean realmente amparados con un adecuado suministro de insumos, donde las empresas establecidas en el país logran cubrir más del 90% de los mismos, sin dejar de interactuar con el resto del mundo. Se requiere en definitiva de la construcción de una mejor seguridad sanitaria que hoy por hoy está trastocada y que puede significar una situación irreversible hacia la población más susceptible.
[3] Se realizó un mayor análisis de las posturas de los países señalados en la participación de los que aquí escriben en la pasada XXIX convención en modo virtual de Canifarma celebrada en octubre pasado.
[4] Concepto propuesto por European Council on Foreing Relations en su brief sobre propuesta de políticas titulado Health sovereignty: How to build a resilient European response to pandemics, en junio de 2020.
[5] El Estudio fue realizado por Center for Health Security, Johns Hopkins Bloomberg School of Public Health y contó con el apoyo técnico de The Economist Intelligence Unit y de Nuclear Threat Iniative, con financiamiento de Bill and Melinda Gates Foundation, Open Philantropy Project y Robert Foundation.