Columna Invitada
«La paranoia es la enfermedad crónica de todo tirano»
México tiene ahora la oportunidad de emerger como un líder regional en salud, pero esto exigirá una renovada inversión en salud pública, diplomacia sanitaria e innovación en políticas. La visión debe ser clara: cooperación y equidad sanitaria para garantizar el bienestar de nuestras comunidades y enfrentar juntos los desafíos globales.
Dr. Éctor Jaime Ramírez Barba*
El presidente de Estados Unidos, Donald Trump, ha tomado decisiones trascendentales en materia de salud que no solo impactan a los norteamericanos, sino también a la salud global. En este artículo, analizaré las implicaciones de estas políticas para México y el mundo.
La reciente decisión de Trump de retirar a Estados Unidos de la Organización Mundial de la Salud (OMS) representa un punto de inflexión en la geopolítica sanitaria global, con efectos profundos y duraderos. Este retiro deja un vacío significativo en el liderazgo y financiamiento de la salud global, ya que Estados Unidos contribuía aproximadamente con el 19% del presupuesto de la OMS. Esta decisión podría traducirse en una reducción de hasta 1,300 millones de dólares, poniendo en peligro programas clave, como la erradicación de la polio, la lucha contra el VIH/SIDA y el fortalecimiento de los sistemas de salud en países con recursos limitados.
El impacto va más allá de los recursos financieros. La OMS juega un rol esencial en la coordinación de esfuerzos internacionales para contener brotes de enfermedades infecciosas. Sin la participación de Estados Unidos, la red global de vigilancia epidemiológica se debilita, aumentando los riesgos de respuestas tardías a futuras pandemias.
Salud regional y global
En este escenario, México enfrenta un reto y una oportunidad. Por un lado, la ausencia de Estados Unidos podría permitir que México asuma un papel más destacado en la salud regional y global. Sin embargo, también se presentan grandes desafíos. La aspiración de liderar la Organización Panamericana de la Salud (OPS) ahora se enmarca en un contexto más complejo. Aunque la falta de competencia directa con Estados Unidos podría facilitar el camino, también reduce los recursos disponibles para la organización. Para mantener la efectividad de la OPS, México deberá demostrar su capacidad para movilizar apoyo financiero y técnico de otros países de la región.
Este panorama subraya la necesidad de fortalecer el sistema de salud nacional. Incrementar la inversión en investigación y desarrollo es esencial para garantizar la autonomía en el acceso a vacunas y medicamentos. Aunque el «Plan México» plantea este objetivo, su ausencia en el presupuesto de egresos de la federación (PEF) para 2025 es preocupante. Además, los retos experimentados durante la pandemia de Covid-19 y la transición hacia el organismo público descentralizado IMSS-Bienestar deben servir como lecciones para construir un sistema de salud más resiliente y eficiente.
Por otra parte, el retiro de Estados Unidos podría consolidar el protagonismo de otros actores globales, particularmente China, en la definición de prioridades de salud mundial. Para México, esto implica diversificar sus alianzas estratégicas y fomentar la cooperación sur-sur en materia de salud.
Enfoque multilateral
El papel de México en esta nueva era de la salud global requiere un compromiso claro y decidido. Debemos fortalecer el liderazgo en la OPS, promoviendo una agenda basada en la equidad y la solidaridad sanitaria regional; impulsar la cooperación en investigación y desarrollo de vacunas y medicamentos a nivel latinoamericano; abogar por un enfoque multilateral en la respuesta a crisis sanitarias, contrarrestando tendencias aislacionistas; invertir en la modernización y resiliencia del sistema de salud nacional, aprendiendo de las lecciones de la pandemia y la reorganización del IMSS-Bienestar; y diseñar estrategias para mitigar la reducción de fondos internacionales en programas críticos de salud pública.
Además, el nombramiento de Robert F. Kennedy Jr. como secretario de Salud y Servicios Humanos, pendiente de ratificación, genera incertidumbre. Su historial de posturas antivacunas y teorías conspirativas podría influir negativamente en la salud pública, promoviendo desregulación y enfoques preventivos no basados en evidencia. Las recientes restricciones impuestas en los Institutos Nacionales de Salud, como la cancelación abrupta de reuniones científicas y comités de revisión de subvenciones, han creado confusión en la comunidad investigadora y afectan el avance de proyectos clave.
México tiene ahora la oportunidad de emerger como un líder regional en salud, pero esto exigirá una renovada inversión en salud pública, diplomacia sanitaria e innovación en políticas. La visión debe ser clara: cooperación y equidad sanitaria para garantizar el bienestar de nuestras comunidades y enfrentar juntos los desafíos globales.