La industria farmacéutica en 2025: ¿invertir o perder competitividad ante la tormenta Trump?
Columna VALID
El regreso del polémico Donald Trump a la Presidencia de Estados Unidos en 2025 traerá incertidumbre comercial y regulatoria para México. La industria farmacéutica (IF9 debe fortalecer su competitividad invirtiendo en capacitación, validación de procesos y calificación de equipos para enfrentar los retos del nuevo escenario.
Fausto Hernández Montiel
Con el regreso de Donald Trump a la Presidencia de Estados Unidos el próximo 20 de enero, el escenario para el año 2025 luce complejo y desafiante para México, como ha dejado claro el magnate en múltiples discursos públicos antes y después de la campaña.
Como sabemos, el sector farmacéutico es uno de los pilares estratégicos de la economía nacional y global, pero en nuestro país enfrenta una serie de retos que obligan a las empresas a repensar sus estrategias y, más que nunca, a invertir en su propio fortalecimiento.
Por supuesto, la historia nos ha enseñado que el regreso de políticas proteccionistas y discursos nacionalistas desde Washington suelen impactar directamente las relaciones comerciales y los marcos regulatorios.
Tensiones ante la revisión del TMEC
Aunado a ello, por la personalidad de Trump y sus dichos para su base electoral, el Tratado entre México, Estados Unidos y Canadá (T-MEC) podría entrar en una etapa de tensiones ante la revisión que vendrá en 2026, todo lo cual traerá incertidumbre para las inversiones, las cadenas de suministro y el cumplimiento de normativas transfronterizas. En este contexto, el sector farmacéutico mexicano no puede permitirse quedar rezagado.
En este contexto, las empresas farmacéuticas en México, desde mi perspectiva, deben anticiparse a los posibles vaivenes económicos y regulatorios fortaleciendo su competitividad. Pero ¿qué significa esto en la práctica? En un mercado que demanda altos estándares de calidad, cumplimiento estricto de la normatividad (Food & Drug Administracion, en Estados Unidos, y la Comisión Federal para la Protección contra Riesgos Sanitarios, por ejemplo) y eficiencia operativa, no hay espacio para improvisaciones.
De esta manera, las compañías del sector farmacéutico necesitan optimizar sus procesos productivos, validar cada uno de sus procedimientos y calificar rigurosamente sus equipos.
Consistencia y calidad
Es importante hacer énfasis en que la validación y calificación no son simples requisitos burocráticos, sino son elementos críticos que garantizan la consistencia y la calidad de los productos farmacéuticos. En un contexto de incertidumbre internacional, contar con procesos validados no solo mejora la reputación y confiabilidad de las empresas, sino que también abre puertas en mercados más exigentes. Aumentar la eficiencia operativa significa reducir tiempos muertos, evitar desperdicios y mejorar los rendimientos. En otras palabras: hacer más con menos, pero con calidad.
Quienes hemos trabajado años en la industria farmacéutica, sabemos bien que las personas son el activo más valioso. Por tanto, la capacitación constante del personal no puede ser vista como un gasto, sino como una inversión imprescindible.
Como sabemos, las regulaciones cambian, los sistemas se modernizan y la tecnología avanza a pasos agigantados. Ante estos cambios, el personal debe estar preparado para adaptarse y ejecutar sus funciones con la mayor precisión posible.
Compromiso de los equipos
En un 2025 lleno de retos, no capacitar a los equipos de trabajo podría significar errores costosos: incumplimientos regulatorios, productos fuera de especificación o, incluso, sanciones que dañarían la reputación de las empresas. Apostar por la profesionalización de los colaboradores no solo fortalece las operaciones internas, sino que también mejora el ánimo y el compromiso de los equipos.
La incertidumbre suele traer consigo la tentación de ahorrar en rubros que, erróneamente, se consideran secundarios, como son capacitación, validación de procesos y calificación de equipos. Pero, en realidad, estas son las áreas donde más se debe invertir para superar los retos que el próximo año pondrá sobre la mesa.
2025 no es el momento para recortar presupuestos en temas críticos. Al contrario, es el momento de blindar a la industria farmacéutica mexicana mediante la excelencia operativa, la capacitación de talento humano y la inversión en tecnología de vanguardia. Quienes se anticipen y asuman este compromiso tendrán una ventaja competitiva en un mercado que, sin duda, será más exigente y desafiante.
Solidez y eficiencia
Empero, el regreso de Donald Trump al poder y el clima de incertidumbre que ello genera no deben paralizar a las empresas del sector. Por el contrario, deben ser un llamado de atención para invertir en lo que realmente importa: procesos robustos, personal capacitado y equipos calificados.
Recordemos que el futuro no pertenece a quienes ahorran en lo esencial, sino a quienes se preparan para afrontar cualquier tormenta con solidez y eficiencia. La decisión está en manos de la industria: ¿estará lista para el reto?