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El legado de Fernando Guisa: 25 años de lucha contra el cáncer de mama

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A punto de celebrar el 25 aniversario de FUCAM, su fundador, el doctor Fernando Guisa Hohenstein, comparte la historia, los retos y las victorias de esta fundación, que ha transformado la atención del cáncer de mama en México, incluso enfrentando recortes presupuestales y desafíos políticos.

Jorge Arturo Castillo

Fotos: Magdalena Macías

La historia de la Fundación de Cáncer de Mama (FUCAM) es también la historia de un hombre que decidió rebelarse contra las barreras del sistema. El doctor Fernando Guisa Hohenstein, ginecólogo de formación, podría haberse quedado cómodo en la práctica privada «ganando mucho billete», pero su inquietud lo llevó a crear una institución que ha salvado miles de vidas. «La medicina es una vocación de servicio; muchos no lo entienden, piensan solo en el dinero», reflexiona el entrevistado.

De la práctica privada al compromiso social

El doctor Guisa Hohenstein recuerda con claridad los años en el Hospital de México, donde convivía con los grandes nombres de la ginecología. Sin embargo, también fue testigo de las enormes desigualdades en el acceso a la salud. «Los que podían pagar eran operados, los que no, se iban a hacer largas filas en hospitales públicos», cuenta. Fue esta realidad la que lo empujó a pensar en un modelo diferente: uno que atendiera a todas las mujeres, sin importar su bolsillo.

El primer paso fue organizar congresos médicos innovadores, incluso en cruceros, para atraer la atención sobre el cáncer de mama. «Escuchamos la angustia de los oncólogos: en México no había lineamientos claros para atender a estas pacientes», relata. Su activismo lo llevó a entregar recomendaciones directamente al entonces presidente Ernesto Zedillo, lo que marcó el inicio de una serie de cambios en la política pública.

El nacimiento de FUCAM

El 4 de enero del año 2000 quedó formalmente constituida FUCAM, gracias al respaldo del industrial Juan Sánchez Navarro. Guisa Hohenstein recuerda con orgullo los inicios: conferencias, alianzas con hospitales privados, y poco a poco, una red de atención que crecía. «Empezamos sin nada, solo con ganas y compromiso», dice. Sin embargo, pronto entendieron que para realmente impactar necesitaban un espacio propio.

Una sede que cambió todo

Con el apoyo del entonces jefe de gobierno Andrés Manuel López Obrador, y luego de varios intentos fallidos por encontrar «el lugar ideal», Guisa Hohenstein logró que le cedieran un edificio abandonado en Tlalpan. «Era un elefante blanco, sin pisos ni vidrios, pero lo transformamos», cuenta emocionado. El 23 de julio de 2000 inauguraron las instalaciones y comenzaron a operar cirugías de cáncer de mama. «López Obrador me pedía cinco años para demostrar resultados», recuerda sobre la negociación política. «Hoy podemos decir que cumplimos con creces».

Del Seguro Popular al modelo autosostenible

Durante años, FUCAM operó con el respaldo del Seguro Popular, realizando hasta 300 mil mastografías al mes en sus unidades móviles. Sin embargo, la desaparición del programa en 2020 representó un golpe duro. «Nos quitaron 78 millones de pesos al año», explica. Muchos predijeron el colapso de la fundación, pero la fundación optó por reinventarse. «Creamos cuotas de recuperación, hicimos estudios socioeconómicos para asegurar que nadie se quedara sin atención», detalla.

Expansión y futuro

Hoy, FUCAM atiende 1,400 nuevos casos de cáncer de mama al año, con una tasa de curabilidad del 94 al 96%, muy por encima del promedio en el sector salud, que se encuentra en alrededor del 45 por ciento. Además, ha expandido su presencia a Morelos, Oaxaca y próximamente Chiapas, con unidades móviles propias que realizan mastografías y ultrasonidos. «Nos gustaría tener un FUCAM en cada estado, pero cada equipo cuesta millones», reconoce Guisa Hohenstein.

El corazón de FUCAM

A pesar de los desafíos económicos, el doctor insiste en que el éxito de la fundación se debe al equipo. «Tengo un grupo comprometido, desde los médicos hasta las trabajadoras sociales, que incluso hacen estudios de campo para evitar fraudes en los apoyos», comenta. Además, destaca a quienes han puesto orden financiero en la institución. «Tuvimos épocas de robos de gente interna, pero hemos logrado sanear todo, sobre todo gracias a la labor de Mali (María Luisa, su hija, quien hoy comanda la operación en FUCAM)».

Vocación que no se apaga

Guisa Hohenstein sigue yendo todos los días a la fundación. «Me encanta ver los pisos limpios, que me saluden desde el policía hasta las pacientes. Eso me llena el alma», confiesa. Para él, la medicina nunca ha sido solo una profesión. «Cuando ves a una paciente que ha sobrevivido, cuando la ves reconstruirse después de la cirugía, sabes que todo vale la pena».

Reflexión final

En estos 25 años, FUCAM ha demostrado que la combinación de vocación, estrategia y alianzas puede cambiar el panorama de la salud en México. «Nos quitaron recursos, nos enfrentamos a incredulidad, pero aquí estamos. Seguimos creciendo porque creemos en lo que hacemos», afirma Guisa Hohenstein. Su historia es prueba viviente de que, incluso frente a los retos más duros, la perseverancia y el compromiso pueden abrir caminos donde antes no había nada.

«La medicina es una vocación de servicio; muchos no lo entienden, piensan solo en el dinero».

«Cuando ves a una paciente que ha sobrevivido, cuando la ves reconstruirse después de la cirugía, sabes que todo vale la pena».

Jorge Arturo Castillo

Jorge Arturo Castillo es licenciado en Ciencias de la Comunicación y cuenta con una maestría en Relaciones Internacionales, ambas por la UNAM, donde es profesor desde hace casi 30 años. Tiene más de 18 años de experiencia en la industria farmacéutica y es columnista especializado en medios varios. Su correo es: jcastillo@mundofarma.com.mx

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