La alteración del ADN y otras teorías de la conspiración
Columna Sapiencias
- Abundan las teorías de la conspiración, y de la negación, y sus ecos resuenan más ahora, con las teorías del virus coronavirus, las nuevas cepas, y las vacunas que actúan como caballos de Troya…, y más, mucho más, que ayudan a confundir a los ya de por sí confundidos en estos tiempos de cuarentena: por lo pronto ¡que no le den gato por liebre, ni liebre por gato!
- Para muchos, algunos engañados por demagogos y populistas, las teorías de la conspiración sí sirven de consuelo.
Enrique Chao Barona
Mal de muchos, dicen los que saben, consuelo de tontos…, o de crédulos. Hoy acusan que las vacunas y que el Covid-19, inclusive, son meros pretextos para manipular a la gente.
Así, en el caldo de cultivo de las redes sociales, que está que hierve, unos se enorgullecen por haber participado en el asalto al Capitolio, como ciertos integrantes del movimiento QAnon, una corriente ideológica que considera a Donald Trump como un héroe. En reciprocidad, Trump no los desdeña, como hace con todo mundo, sino que describe a estos activistas como «personas que aman» a su país.
Los activistas ligados al movimiento piensan que Trump, quien ahora se encuentra acosado por los demócratas en un segundo impeachment, “está librando una guerra secreta contra pedófilos de las élites del gobierno, las empresas y los medios de comunicación, que adoran a Satanás”. Su lucha, dicen, desembocará en un ajuste de cuentas donde destacadas figuras como Hillary Clinton, un día de estos, serán arrestadas y ejecutadas.
Y no bromean, fanáticos de QAnon ya han sido arrestados después de realizar amenazas o acciones, como ocurrió en un caso de 2018, con Matthew Wright, un hombre fuertemente armado, que bloqueó un puente de la presa Hoover, cerca de Las Vegas. Más tarde se declaró culpable de terrorismo.
Ethan Zuckerman, director del Centro para Medios Cívicos del MIT, asevera que QAnon es una teoría de la conspiración especialmente corrosiva porque lleva a la gente a asumir que casi toda figura de autoridad forma parte «de una camarilla secreta que trabaja contra la libertad».
Para contrarrestar a estos grupos anárquicos, Twitter decidió suspender más de 70 mil cuentas relacionadas con la teoría conspirativa ultraderechista de QAnon y, por su lado, Facebook se dedicó a bloquear mensajes que estaban propagando la falsedad de que las elecciones estadounidenses fueron fraudulentas.
Unas semanas antes, el 25 de diciembre de 2020, una camioneta explotó en el centro de Nashville, Tennessee, Estados Unidos, hiriendo al menos a tres personas y dañando decenas de edificios. La explosión se sintió a kilómetros y el motivo era hacer estallar una camioneta en las afueras de una torre de comunicaciones para no ser víctima de la temida 5G.
La vacuna satánica
Una de las teorías que las redes arrojan con más frecuencia a las fauces de las comunidades digitales es el temor de que la vacuna del coronavirus puede cambiar el ADN, de alguna manera.
Los vociferantes de las redes esgrimen que la inoculación con algunas de las nuevas vacunas creadas, como la de Pfizer/BioNTech, contienen fragmentos del material genético del virus -o ARN mensajero (ARNm)-. Y que la vacuna «nunca ha sido puesta a prueba o aprobada antes».
Por más que el profesor Jeffrey Almond, de la Universidad de Oxford, en un reportaje de la BBC, intenta convencerlos de que «el inyectar ARN a una persona no cambia nada del ADN de una célula humana», las hordas de recelosos sostienen lo contrario.
Y aunque es cierto que ninguna vacuna ARNm ha sido aprobada con anterioridad, también lo es que se han realizado infinidad de estudios de vacunas ARNm en humanos en los últimos años, y que, desde el inicio de la pandemia, la vacuna ha sido analizada en decenas de miles de personas en todo el mundo y sometida a un riguroso proceso de seguridad para su aprobación.
Los fanáticos también acusan que Bill Gates, el cofundador de Microsoft, es quien está detrás de la pandemia del coronavirus, y que también planea modificar el ADN e introducir un microchip. La Fundación Bill y Melinda Gates insiste que dicha afirmación es «falsa», que se basan en una entrevista en la que Gates mencionó que a la larga «tendremos unos certificados digitales» que podrían mostrar quién se ha recuperado, hecho la prueba y saber finalmente si fue vacunado, pero afirma que nunca incluyó el término microchips.
¿Usted cree en esas teorías?
Teoría conspirativa, o teoría de la conspiración, es una etiqueta que permite darle curso a ciertas presunciones alternativas a las oficiales. El psicólogo Jovan Byford, profesor de la Open University, señala que las teorías de la conspiración a menudo tienen una fuerte dimensión emocional: «No se trata solo de lo correcto o lo incorrecto», señala, «sino de que se sustentan en el resentimiento, la ira y la indignación por cómo funciona el mundo».
Estas teorías crecieron en 2020 debido a la búsqueda de explicaciones a la pandemia, las elecciones estadounidenses y los grandes acontecimientos mundiales. Hay quienes no se cansan de afirmar que el virus es un arma biológica, un invento partidista o parte de un complot para reconfigurar a la población.
Y ante los vacíos de información sobre el coronavirus, o los rebrotes o las nuevas cepas y su peligrosidad, la gente acude a llenarse el cerebro con explicaciones alternativas, las que sean, muchas de ellas concebidas en lo oscurito de la Internet o en la imaginación de mucha gente ociosa.
Más vale una verdad a medias, que un vacío entero
Hace un año, ¿se acuerdan?, un funcionario chino destacó -sin pruebas- que miembros del ejército estadounidense habían llevado el virus a China, “…una acusación que ese país permitió que se propagara en sus redes sociales tan estrictamente controladas”.
Algunos videos populares en YouTube, afirman que toda la pandemia es una ficción orquestada para controlar a la población y este creciente ecosistema de desinformación y desconfianza pública ha llevado a la Organización Mundial de la Salud (OMS) a advertir sobre una “infodemia”, una epidemia de información muy cuestionable.
Hoy abunda la desinformación y la propagación de verdades a medias. La confianza en las autoridades se ha ido erosionando poco a poco conforme pasan los meses y los días, en tanto los funcionarios de salud, ya con la vacuna como lucecitas al final del túnel, se ponen de acuerdo con los gobiernos y las autoridades locales en lo que sigue.
Cuestión de prestigio personal
Para quién difunde una teoría de la conspiración, aunque no la compruebe, vale mucho tener una “verdad” que sólo unos cuantos conocen. Es como tener acceso a un conocimiento prohibido y luego sembrarlo en la cabeza de los demás; les da alivio buscar la complicidad y compartirla en las redes sociales. Eso da una rara sensación de certidumbre. Es como tener poder sobre los demás con un supuesto que lo explica todo.
Las teorías conspirativas explican un acontecimiento o una cadena de acontecimientos ─de consistencia política, social, económica, religiosa o histórica─ por medio de la acción secreta de grupos poderosos. Tienen un mensaje común: la única protección proviene de poseer ciertas verdades secretas que “ellos” no quieren que sepas.
Los rumores en las redes se imponen sobre los hechos reales y se habla de remedios y de curas milagrosas, o de comer ciertas hierbas, o frutos, o medicamentos, o drogas que nos van a proteger contra una amenaza a la que ni siquiera los líderes mundiales pueden escapar. Es como poseer un talismán, un escapulario que nos aparta de todo mal y de toda desgracia.
¿Qué significa teoría de la conspiración?
En el texto Conspiraciones entre el mito y la paranoia, Julio Patán describe que “…a diferencia de las conspiraciones reales, falibles y perecederas, las ‘teorías de la conspiración’ plantean la existencia de complots perfectos, universales y sin límites en el tiempo y el espacio. Las ‘teorías de la conspiración’ involucran a múltiples participantes de todos los estratos y esferas, como políticos, policías, empresarios, militares, intereses extranjeros, medios de comunicación, alienígenas, en fin, todo lo que se pueda imaginar.
“Los conspiradores son tan poderosos y hábiles para proceder en secreto, que su capacidad de infiltración es casi infinita. Las ‘teorías de la conspiración’ involucran maquinaciones perfectas concebidas desde hace décadas, siglos, e incluso, milenios. No se trazan una meta humilde o concreta, sino que presuponen confabulaciones absolutas, cuya meta es alterar por completo el orden establecido y poner al planeta entero en manos de los complotistas».
La conspiración en la cultura
De acuerdo con la Wikipedia, el término “teoría conspirativa”, emparentado con el de “leyenda urbana”, ha despertado el interés tanto para “sociólogos y psicólogos como para expertos en folclore desde, al menos, la década de 1960, cuando el asesinato del presidente de Estados Unidos, John F. Kennedy, provocó una respuesta del público sin precedentes dirigida contra la versión oficial del Reporte de la Comisión Warren, que ha sido refutado por el Comité Selecto de la Cámara sobre Asesinatos, establecido en 1976, que en su informe final concluye que el presidente John F. Kennedy fue probablemente asesinado como resultado de una conspiración”.
A partir de entonces se usa como descripción, para algunos neutral, de cualquier aseveración de conspiración. Cabe recordar que en inglés “conspirar”, significa “unirse en secreto acuerdo con el fin de efectuar un acto ilícito o impropio o para usar tal medio para llevar a cabo un fin ilícito”, mientras que, en español, “conspirar” significa “unirse contra un superior o contra el soberano, o unirse contra un particular para hacerle daño”.
El término se aplica, asimismo, de modo peyorativo para desestimar las aseveraciones exageradas, o mal concebidas, sin fundamento, extravagantes, irracionales, paranoicas o no merecedoras de consideración seria.
¿Por qué creemos las historias?
Mike Wood, psicólogo de la Universidad de Winchester, Inglaterra, opina que existe un vínculo entre el estrés y la susceptibilidad a las teorías conspirativas. Cuando alguien no se siente en control de su vida, durante periodos de estrés o angustia, las teorías de la conspiración parecen más plausibles».
Ahora se sabe que las teorías conspirativas profundizan aún más las divisiones en la sociedad y promueven conflictos internos a medida que los creyentes y los escépticos se distancian unos de otros. Muchos las asumen como parte de su identidad social, de acuerdo con algunos psicólogos, sin dejar de lado el poder de la exposición repetida, algo que los expertos llaman el efecto de la «ilusión de la verdad» que hoy por hoy “se ha visto amplificado por las redes sociales”.
Jeff Hancock, profesor de comunicaciones de la Universidad de Stanford, dice que «…entre más a menudo ves algo, se vuelve más familiar, y entre más familiar es algo, se vuelve más creíble». Los psicólogos han comprobado que la gente tiende a calificar las cosas que ya han visto antes, como más ciertas, sin importar si son verdaderas o no.
Por supuesto, hay teorías de la conspiración que se vuelven en contra de la salud, por ejemplo, aquéllas que ponen en riesgo a sus hijos y se oponen a vacunarles porque: “las vacunas causan autismo”.
Las teorías de la conspiración más famosas
La Agencia Central de Inteligencia (CIA) de Estados Unidos informó hace unas cuantas semanas que prepararon una selección de documentos sobre objetos voladores no identificados (OVNI), los cuales fueron desclasificados en 1978, que “tanto escépticos como creyentes encontrarán muy interesantes”. Se trata del Área 51 que esconde extraterrestres.
El lector de esta líneas puede entretenerse todavía más con otros acertijos históricos de las teorías de la conspiración, como: El hombre nunca llegó a la Luna (donde se asume como un montaje digno de Hollywood las imágenes de la primera pisada humana en la Luna y se insinúa que fueron grabadas y emitidas por televisión).
-o los Iluminati, los malvados que controlan el mundo (se trata de un grupo de intelectuales, una élite social que gobierna el mundo a espaldas del resto de los humanos. Políticos, artistas, científicos, empresarios…, quienes manejan datos desconocidos para el resto de la humanidad y mueven los hilos de la sociedad desde la sombra a través de reuniones secretas).
-O cómo Hitler sobrevivió al fin de la guerra en 1945 (supuestamente no se suicidó en el búnker, sino que escapó a Galicia, en España, o a Sudamérica).
-O cómo no murió Osama Bin Laden, sino que desapareció de una forma muy diferente a como dicen que falleció en la versión oficial.
-O, también, la certeza latente de muchos fanáticos de que Paul McCartney no es sino un doble (se cuenta que el bajo del grupo, desaparecido en 1966 y bajo extrañas circunstancias, para no interrumpir la buena racha de los Beatles, se habría reemplazado por un doble que se ha hecho pasar por él hasta nuestros días).
-Más aún, ¿quién no recuerda el caso de Anastasia Románova, la hija “sobreviviente” del Zar Nicolás II?
-También destacan los negacionistas, quienes no creen en el cambio climático ni en el calentamiento global.
-O los terraplanistas, que no creen que la tierra sea una esfera.
¿La Tierra es plana?
Por cierto, ¿sabía usted que Samuel Robotham, publicó The Earth, not a globe a finales del siglo XVIII, donde lanza la hipótesis de que la Tierra es en realidad un disco plano rodeado de un anillo de hielo (la Antártida) y gobernado por dos ‘luminarias’ (la Luna y el Sol).
A pesar del avance de la ciencia y de los viajes espaciales, hay quienes todavía creen que nuestro planeta es plano: es más, según los últimos estudios, sólo un 66% de los jóvenes estarían convencidos de que la Tierra es redonda.
En una nota publicada en el diario español La Vanguardia, se narra que una pareja italiana, en plena pandemia, decidió salir de viaje con un solo objetivo: “Probar al mundo que la Tierra es plana, mientras el resto de Italia estaban confinados como medida de protección ante el coronavirus”.
En fin, abundan las teorías de la conspiración, y de la negación, y sus ecos resuenan más ahora, con las teorías del virus coronavirus, las nuevas cepas, y las vacunas que actúan como caballos de Troya…, y más, mucho más, que ayudan a confundir a los ya de por sí confundidos en estos tiempos de cuarentena: por lo pronto ¡que no le den gato por liebre, ni liebre por gato!