¿En qué se traduce ser embajador de marca?
Ser embajador de marca va mucho más allá de solo hacer las entregas de los clientes en tiempo y forma. En realidad, es asumir la identidad del cliente como propia y «ponerse la camiseta», sentirla, vivirla, seguir todos los procesos , disminuir las mermas y siempre rebasar las expectativas del cliente, con el fin de hacer crecer su negocio.
Adrián Cuadros Arellano
Si hay una frase gastada, es la de «ponerse la camiseta». Se usa mucho desde hace tiempo, pero en la verdad, en la práctica del día a día, pocos le dan su real significado, que no es otra cosa que sentir como propia la identidad de la empresa donde trabajamos, o bien, la de nuestro cliente.
La frase de «ponerse la camiseta» viene del ámbito deportivo, claro está, y se usa mucho para destacar el compromiso de los jugadores con los colores de una casaca. Vestir la camiseta de un equipo que ha dejado el alma en la cancha y el trofeo en la vitrina, no es nada fácil. «Ponerse la camiseta» es sentir esa identidad y vivirla.
Sentir los colores del cliente como propios
Cuando un fabricante nos hace el honor de contratarnos como operador logístico para realizar sus entregas, uno asume un compromiso tal que debemos no solo tomarlo como profesionales, como debe ser, sino que la responsabilidad debe ir mucho más allá, al grado de sentir los colores del cliente como propios.
Es ahí cuando nos convertimos en «embajadores de marca», porque el fabricante está delegando sus entregas en un tercero, nosotros, que por tal distinción asumimos la identidad de nuestro cliente, nos ponemos su camiseta y nos vestimos con sus colores.
Procurar la entera satisfacción del cliente
Como dije antes, el compromiso debe ir mucho más allá de solo realizar las entregas en tiempo y forma, sino cuidar el producto como si fuera de uno, protegerlo, disminuir las mermas al máximo y procurar la entera satisfacción del cliente, además de hacer crecer su negocio.
Para concluir, todos y cada uno de los colaboradores del operador logístico deben estar conscientes de esta filosofía y asumir la identidad del cliente como propia, saber de la importancia de su trabajo, de los detalles, seguir todos los procesos al pie de la letra y siempre rebasar las expectativas del cliente.