Columna RSE y Desarrollo Sostenible
No podemos volver a la desigual y frágil normalidad de antes; en cambio, debemos avanzar hacia un camino más seguro y sostenible. Es una prueba compleja en lo normativo y urgente en lo moral. Como las decisiones de hoy marcarán el rumbo de las próximas décadas, debemos hacer que la recuperación de la pandemia y la acción climática sean las dos caras de la misma moneda.
Bertha Eugenia Sotres Mora
La turbulencia del Covid-19 no sólo puso a prueba a la humanidad entera, sino que hizo evidente la importancia de vivir con un sentido de responsabilidad, que significa ser capaz de responder por el impacto de lo que se dice y se hace; también, expuso a todos los ciudadanos de mundo, los individuales, los empresariales y organizacionales, a conductas de extremo a extremo.
Los responsables sucumbieron ante el miedo y el encierro, mientras que los irresponsables –una gran mayoría- cayeron en la negación, la negligencia, la rebeldía, la imprudencia y la irreverencia; el resultado un aumento creciente de contagios y muertes. Sin embargo, el Covid no es el único problema del planeta, porque, como se señaló en el Foro Económico (EWF) Mundial 2020[1], también está el cambio climático.
Al Respecto António Guterres, secretario de la Organización de las Naciones Unidas (ONU) señaló que la pandemia de Covid-19 y el clima colocó al mundo en un punto crítico desde el cual no se puede volver al modelo de inequidad, injusticia y explotación voraz del planeta. “Es el momento de transformar la relación de la humanidad con la naturaleza y la relación entre los seres humanos. Esa es la lección del 2020”.
Nadie ha salido indemne de 2020
Por un motivo u otro, todos los ciudadanos del mundo hemos resultado afectados por un nuevo virus que nos llevó, en el mejor de los casos, a estar encerrados en nuestras casas y, en el peor, al duelo de la pérdida de seres queridos. Intentar abarcar todos los aspectos en los que la Covid-19 ha marcado nuestras vidas es imposible, lo fundamental es centrarse solo en seis: desigualdad, economía, educación, migración y lucha científica contra el coronavirus.
¿Cómo enfrentar esta nueva realidad? Con responsabilidad y atendiendo dos conceptos: resiliencia e innovación.
El cambio climático
Mientras países que representan más del 65% de los gases de efecto invernadero nocivos y más del 70% de la economía mundial se habrán comprometido a alcanzar emisiones netas cero para mediados del siglo, los principales indicadores climáticos están empeorando.
Aunque la pandemia de Covid-19 ha reducido temporalmente las emisiones, los niveles de dióxido de carbono siguen alcanzando niveles máximos récord y van en aumento. El último decenio fue el mayor aumento de la temperatura jamás registrado; el hielo marino del Ártico en octubre llegó al nivel más bajo de su historia, además de apocalípticos incendios, inundaciones, sequías y tormentas son cada vez más habituales.
La biodiversidad se está colapsando, los desiertos se están extendiendo y los océanos están calentándose y atragantándose con residuos plásticos. La ciencia nos dice que, a menos que reduzcamos la producción de combustible fósil en un 6 % cada año, de aquí a 2030, las cosas empeorarán. En cambio, el mundo se encamina hacia un aumento anual del 2 por ciento.
De acuerdo con Guterres, secretario de la ONU, la recuperación de la pandemia es una oportunidad inesperada, pero vital para atacar el cambio climático, arreglar nuestro medio ambiente mundial, rediseñar las economías y reimaginar nuestro futuro; al respecto, indica lo que debemos hacer.
En primer lugar:
Construir una verdadera coalición mundial en pro de la neutralidad en carbono para 2050. Se ha comprometido a hacerlo la Unión Europea, Reino Unido, Japón, República de Corea, más de 110 países y el gobierno entrante de Estados Unidos. China se ha comprometido a alcanzar ese objetivo antes de 2060.
Cada país, ciudad, institución financiera y empresa –enfatiza Guterres– debe adoptar planes para efectuar la transición a emisiones netas cero y actuar ahora mismo para encaminarse hacia el logro de ese objetivo; ello implica reducir las emisiones mundiales para 2030 en un 45% respecto de los niveles de 2010. En preparación de la Conferencia de las Naciones Unidas sobre el Clima (noviembre 2021, Glasgow), los gobiernos están obligados por el Acuerdo de París a fijar metas más ambiciosas para alcanzar la neutralidad en carbono.
Según la Organización Internacional del Trabajo (OIT), pese a las inevitables pérdidas de puestos de trabajo, la transición a la energía limpia redundará en la creación neta de 18 millones de puestos de trabajo para 2030. Eso sí –señaló Guterres–, debemos reconocer los costos humanos de la descarbonización y ayudar a la fuerza de trabajo con protección social, y dotándola de nuevas y mejores competencias para que la transición sea justa.
En segundo lugar:
Alinear las finanzas mundiales con el Acuerdo de París y los Objetivos de Desarrollo Sostenible, el plan mundial para un futuro mejor.
Es hora de fijar un precio al carbono; poner fin a los subsidios a los combustibles fósiles y a su financiación; dejar de construir nuevas centrales eléctricas de carbón; trasladar la carga fiscal de los ingresos al carbono, y de los contribuyentes a los contaminadores; hacer obligatoria la divulgación de los riesgos financieros relacionados con el clima; e integrar el objetivo de la neutralidad en carbono en todas las decisiones económicas y fiscales. Los bancos deben alinear sus préstamos con el objetivo de emisiones netas cero, y los propietarios y gestores de activos deben descarbonizar sus carteras.
En tercer lugar:
Lograr un avance decisivo en materia de adaptación y resiliencia para ayudar a quienes ya se enfrentan a los graves efectos del cambio climático.
La ayuda que prestamos –destacó– hoy no es suficiente: la adaptación representa apenas el 20 % de la financiación para el clima. Ello dificulta nuestros esfuerzos para reducir el riesgo de desastres. Tampoco es inteligente: cada dólar invertido en medidas de adaptación podría producir casi cuatro dólares en beneficios. La adaptación y la resiliencia revisten especial urgencia en los pequeños Estados insulares en desarrollo, para los cuales el cambio climático es una amenaza existencial.
La Covid y el clima nos han llevado a un umbral
No podemos volver a la desigual y frágil normalidad de antes; en cambio, debemos avanzar hacia un camino más seguro y sostenible. Es una prueba compleja en lo normativo y urgente en lo moral. Como las decisiones de hoy marcarán el rumbo de las próximas décadas, debemos hacer que la recuperación de la pandemia y la acción climática sean las dos caras de la misma moneda.
[1] El Foro Económico Mundial (WEF, por sus siglas en inglés) 2021 se llevará a cabo en Singapur para el mes de junio del 13 al 16 de mayo, en lugar de en Davis-Klosters (Suiza), a donde regresará para 2022, según anunció este lunes el organismo.