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No dobles el codo

Hablar de los errores propios antes de corregir a los demás, es un gran principio.

Columna Analogías

César Solares Ponce de León

Éstas eran y creo que siguen siendo las palabras que me decían para “ayudarme” a corregir mi swing cuando inicié a jugar golf:  “No dobles el codo”.

Por naturaleza, el ojo humano inmediatamente se da cuenta cuando algo está mal, eso es bueno, lo que no lo es tanto, es cuando nuestra lengua se dispara de inmediato corrigiendo el error sin pensar si esa es la mejor forma de hacerlo.

Dentro de una organización, o en nuestra propia familia, algunas veces, corregimos a un empleado o a un hijo de la misma forma.

Casi siempre, corregimos de inmediato

A un empleado, muchas veces se le dice: “No llegues tarde” , o bien,  “este proyecto no puede funcionar así”.

A un hijo: “No te subas al sillón”, o en otras ocasiones,  “no llegues después de medianoche”.

La mayor parte de las veces, nuestras intenciones cuando corregimos son buenas, sin embargo, ¿cómo las interpretan quienes son corregidos?

Lo prohibido es lo más atractivo

Por alguna extraña razón humana, lo que nos prohíben es lo que más hacemos, cuando nos enfatizan un error, más caemos en él.

Recientemente leí un libro de liderazgo que se llama Whale Done, que por la forma de pronunciarlo es muy parecido a  well done, que significa: bien hecho, y se llama así porque todo el libro es una analogía de Shamu, una ballena (Whale), que ha sido entrenada para saltar cuerdas y entretener a la gente. ¿Cómo es posible que el depredador más temido en el océano, pueda hacer todas esas gracias en un estanque ?

Seguramente no fue a regaños o golpes, ya que de un bocado se hubiera almorzado a su entrenador, en este libro se enfatiza lo que se hace bien y se sugiere redireccionar lo que se hace mal, pues esa fue la forma en que fue entrenada Shamu.

Preferimos un ambiente de confianza a uno hostil

Actualmente está comprobado que en la educación de adultos, preferimos un ambiente de confianza, que un ambiente hostil, así que podemos mejorar desempeños si inspiramos en vez de imponernos.

Ya sé lo que está pensando: a la gente se le paga por hacer las cosas bien, no tengo que elogiarlos cada vez que hacen algo correctamente, en cambio, sí debo corregirla cuando hacen algo mal.

En algo estoy de acuerdo con usted: la gente debería hacer su trabajo correctamente, pero ya que somos humanos y nos podemos equivocar, ¿qué hacer para inspirar y no imponer al corregir?

Redireccionar es lo que debemos hacer

Primero, no debemos caer en la trampa de decir de inmediato, y como me vino a la cabeza, lo que descubrí que estuvo mal hecho, y a cambio de eso, redireccionar.

Aquí encontrará tres de 30 principios básicos que dejó Dale Carnegie hace más de 90 años para redireccionar e influir positivamente en la casa o en el trabajo:

Diplomacia, palabra olvidada hoy en día

La palabra que describe estos principios y esta forma de actuar es diplomacia, palabra completamente olvidada a la fecha por muchos líderes nacionales y externos.

Influyamos positivamente en los demás, redireccionemos, y de esta manera, lograremos cambiar actitudes y mejorar desempeños.

Hace ya más de 90 años, Dale Carnegie dejó algunos principios de liderazgo que nos pueden ayudar en esa tarea.

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