Columna Somos Logística
Durante esta pandemia de Covid-19, con el auge del e-Commerce, muchas empresas nos han tirado, literalmente, la compra; o bien, nos han hecho la entrega, pero en pésimas condiciones, lo que ha abonado al fantasma de la desconfianza.
Adrián Cuadros Arellano
Muchos lo hemos padecido y este problema de la última milla suele ser la más importante, porque marca, para bien o para mal, un aspecto importante que marcará el futuro del e-Commerce: la confianza del consumidor final.
El e-Commerce, en países como México se había resistido a desarrollarse, entre otros aspectos (como la baja bancarización), justo por la confianza, porque muchos piensan, de inicio, si será seguro poner sus datos en la Web, y en segundo, si la compra le llegará y en qué condiciones.
Muchos siguieron el consejo de «Quédate en casa»
Pero llegó la pandemia y esta situación obligó a muchos consumidores, sobre todo para seguir las recomendaciones de la autoridad sanitaria, a guardarse en casa. Así que muchos optaron por hacer compras en línea.
Como hemos referido antes, las compras se fueron al cielo para muchos, pero aún así, el asunto de la entrega está lejos de haber quedado resuelto. Por un lado ha sido la alta demanda, y por otro, la falta de un sistema cuidado de entregas.
Muchos consumidores decepcionados
El resultado, tristemente, ha sido que muchos consumidores se han decepcionado de su incursión en las compras online, ya sea por pedidos que han llegado tarde (un birrete para una graduación fuera de tiempo, por ejemplo), en mal estado (como frutas y verduras muy maduras o en franco estado de descomposición de parte del súper mercado), o de plano, que no han llegado nunca.
Así que a la industria logística le urge resolver este problema de la última milla, para bien y para siempre, por parte de las empresas de paquetería y entregas, con el fin de que los pedidos que se hacen el línea no solo a tiempo, sino en perfecto estado y con el aval y alegría del consumidor final.
Que no nos tiren la compra…
De otra forma, solo estaremos alimentando el fantasma de la desconfianza y le estaremos dando la razón a aquellas personas de generaciones como los Baby Boomers, quienes nunca se atreverían a poner sus datos en línea por temor a un fraude, o claro, a que le tiren la compra en la entrada de su casa.