Columna VALID
Optimizar el control de calidad en la industria farmacéutica mexicana es un desafío complejo que requiere la colaboración de todos los actores involucrados: gobierno, empresas, profesionales de la salud y consumidores. Los beneficios son claros: una población más saludable, una industria farmacéutica más competitiva y un país con mayor confianza en sus instituciones.
Fausto Hernández Vidal
Cada vez que tomamos una pastilla o nos aplicamos una crema en alguna parte del cuerpo, depositamos nuestra confianza en que ese producto cumplirá con su cometido y, lo más importante, que no nos hará daño. En México, la industria farmacéutica es un pilar fundamental para nuestra salud, pero ¿qué tan seguros estamos de que los medicamentos que consumimos cumplen con los más altos estándares de calidad?
Como sabemos, la Comisión Federal para la Protección contra Riesgos Sanitarios (Cofepris) es la encargada de vigilar que los productos farmacéuticos que se comercializan en nuestro país cumplan con la regulación sanitaria. Sin embargo, a pesar de los esfuerzos de esta institución, aún existen casos de medicamentos “milagro”, falsificados, adulterados o que simplemente no cumplen con las especificaciones de calidad.
¿Por qué es tan importante el control de calidad ?
La respuesta es simple: la salud del consumidor final está en juego. Un medicamento que no cumple con los estándares de calidad puede ser ineficaz, causar efectos secundarios graves o, incluso, poner en riesgo nuestra vida. Además, un sector farmacéutico con altos estándares de calidad atrae inversión extranjera, genera empleos y fortalece la economía del país.
Por tanto, es fundamental que las empresas farmacéuticas realicen una mayor inversión en infraestructura y tecnología. Esto implica adquirir equipos de vanguardia tecnológica que permitan realizar análisis más precisos y rápidos. Además, es indispensable contar con laboratorios bien equipados y personal altamente capacitado para garantizar la calidad de los productos.
Inspecciones frecuentes y rigurosas
Por otro lado, es necesario fortalecer el papel de la Cofepris. Esta institución debe contar con los recursos suficientes para llevar a cabo inspecciones más frecuentes y rigurosas a las empresas farmacéuticas. Asimismo, es crucial que tenga la autoridad para aplicar sanciones ejemplares a quienes infrinjan la normativa sanitaria, con el fin de disuadir a otros actores y garantizar el cumplimiento de las regulaciones.
En este contexto, la transparencia y el acceso a la información son pilares fundamentales para mejorar el control de calidad. La Cofepris debe publicar, de manera clara y accesible para todos, los resultados de sus inspecciones y las sanciones impuestas a las empresas farmacéuticas. Esta medida permitirá a los consumidores tomar decisiones informadas sobre los medicamentos que adquieren y a las autoridades sanitarias identificar posibles patrones de incumplimiento.
Innovación y mejora
Recordemos que un mercado farmacéutico más competitivo favorece la innovación y la mejora de los productos. Por ello, es importante fomentar la entrada de nuevos jugadores al mercado y eliminar barreras burocráticas que dificulten la comercialización de medicamentos genéricos. Esto no solo beneficiará a los consumidores, sino que también impulsará la investigación y el desarrollo de nuevos tratamientos.
De esta manera, la participación ciudadana es clave para mejorar el control de calidad. El consumidor final debe ser muy exigente y, por supuesto, denunciar cualquier irregularidad que detecte en los productos farmacéuticos. Asimismo, es crucial informarse sobre los medicamentos que consumimos y que consultemos a nuestro médico ante cualquier duda.
Una población más saludable
Mejorar el control de calidad en la industria farmacéutica mexicana es un desafío complejo que requiere la colaboración de todos los actores involucrados: gobierno, empresas, profesionales de la salud y consumidores. Los beneficios son claros: una población más saludable, una industria farmacéutica más competitiva y un país con mayor confianza en sus instituciones.
En suma, la calidad de los medicamentos es un tema de salud pública que no debe tomarse a la ligera. Al exigir un mayor control de calidad y transparencia en la industria farmacéutica, estaremos defendiendo nuestro derecho a recibir tratamientos seguros y eficaces.