Columna Impulso Empresarial
La falta de pago por parte de los clientes es un problema que afecta a numerosas empresas y trabajadores. Para combatir esta práctica, es necesario fortalecer el marco legal, promover la cultura del pago puntual y fomentar la colaboración entre las empresas y las instituciones. Solo así podremos construir relaciones comerciales basadas en la confianza y la transparencia.
Jorge Arturo Castillo
El mundo laboral es un entramado de relaciones basadas en la confianza. Empleadores y empleados, proveedores y clientes, todos interactuamos bajo el supuesto de que las promesas se cumplirán y los acuerdos se respetarán. Sin embargo, esta confianza, tan frágil y valiosa, a menudo se ve traicionada. Una de las formas más comunes de abuso de confianza en el ámbito laboral es la falta de pago por parte de los clientes.
En mi experiencia personal, de más de 30 años en los medios de comunicación nacionales y extranjeros, ya me ha tocado en varias ocasiones. Hace muchos años me tocó dar noticias de tecnología para un programa llamado Password para Canal 40. Después de un año de emisiones los productores nos dijeron que solo podían pagarnos una pequeña parte del trabajo realizado. Luego del enojo por tal noticia y maltrato, los reporteros de ese programa, hoy editores en medios varios, bromeábamos diciendo que había sido un segundo «servicio social».
No quiero aburrir con estas historias, pero sí me ha ocurrido, tanto en colaboraciones ocasionales de las que nunca recibí retornos, como en proyectos varios y emprendimientos propios. Montos más, montos menos, pero es una práctica recurrente, sobre todo en esta área donde trabajo desde siempre, la de la comunicación, editorial, periodismo, generación de contenidos.
«Te pago con libros»
Hace unos años, en 2017, un economista venido a periodista, Leopoldo Eggers Muñoz, amigo de un gran amigo, me invitó a editar y hacer entrevistas para un libro –Industria automotriz: engranes y cadenas de valor– que estaba haciendo para un Grupo Editorial Reforma. Era un libro sobre una industria pujante, una gran marca y de inmediato acepté el acuerdo de palabra. Pero una vez que el libro se publicó, esta persona me dijo que no tenía cómo pagarme el monto acordado, con el argumento que no había cobrado lo que había pensado, y decidió solo pagarme la mitad. El resto quería cubrirlo con libros, lo cual por supuesto no acepté. Lo que no me esperaba es que querer cobrar el adeudo significó que él me retirara la palabra. A la fecha nunca más he vuelto a saber de su mala persona.
Lo cierto es que cuando un cliente no cumple con sus obligaciones de pago, está cometiendo una grave infracción que va más allá de lo meramente económico. Está vulnerando la confianza establecida, generando incertidumbre y poniendo en riesgo la estabilidad de empresas y trabajadores.
Pagos extendidos
Como dije antes, dicha situación, lejos de ser un hecho aislado, se ha convertido en un problema recurrente en muchos sectores, especialmente en aquellos donde las relaciones comerciales se basan en plazos de pago extendidos.
Las consecuencias de la falta de pago son múltiples y devastadoras. En primer lugar, afecta directamente a la liquidez de las empresas, dificultando el pago a proveedores, salarios y otros gastos operativos. En segundo lugar, genera un clima de inseguridad y desconfianza que puede minar la moral de los empleados y afectar las relaciones con otros clientes. En tercer lugar, puede llevar a la quiebra de pequeñas y medianas empresas, con el consiguiente impacto social y económico.
¿Por qué ocurre esto?
Existen diversas razones por las cuales los clientes pueden retrasar o negarse a pagar. Entre las más comunes se encuentran los problemas financieros, los desacuerdos comerciales y, la peor, la intención de aprovecharse de la situación, como en un caso que me sucedió recientemente.
Una persona que aprecio y que conozco desde hace muchos ayeres, con quien he trabajado en el pasado y con quien tengo muchos amigos en común, me ofreció corregir y editar los textos de una revista recién lanzada de sustentabilidad y responsabilidad social empresarial que decidió emprender junto a una socia, de nombre Elvia Ochoa, publirrelacionista y también periodista, según entiendo.
Alianzas por un México responsable
Esa persona, quien me ofreció editar su nueva revista, había trabajado en Expansión y en Mundo Ejecutivo. En mi opinión era una persona de todas las confianzas. Su nombre: Bertha Eugenia Sotres. Este medio era bimestral y acepté la responsabilidad a mitad del año 2023. La revista se llamaba, paradójicamente con lo que me ha ocurrido a mí con este proyecto, Alianzas por un México responsable.
Por cuestiones comerciales, a finales del año pasado, después de tres revistas editadas, dicha persona me avisó que ya no la seguiría publicando, dado que ella y su socia habían decidido esto, porque dicho medio estaba ocasionando más gastos que ganancias.
La cantidad acordada
En el mismo tenor, me dijo que me iría pagando poco a poco la cantidad acordada. Sin embargo, de inicio, me comentó que no me pagaría el total de las tres revistas, sino solo dos, porque no tenía solvencia para asumir todo el adeudo. Quien esto escribe, tanto por la supuesta «amistad» como para tratar de ser empático, lo aceptó, pero se le solicitó que se pagara cuanto antes ese monto, lo cual fue haciendo poco a poco.
Sin embargo, luego de varios meses, cuando hubo pagado solo una de las dos revistas, me dijo que el monto de la otra revista me lo pagaría la otra socia, Elvia Ochoa, a quien yo ni siquiera conozco, ante lo cual le respondí que no, porque el trato había sido con ella y que yo no conocía ni tenía contacto con la otra persona.
Unos más iguales que otros
El tema es que han venido pasando los meses y sigo esperando el pago. Pude haberlo dejado pasar, pero la verdad es que justo por no denunciar este tipo de casos, a muchos se les hace fácil pagar cuando quieren, lo que pueden y el monto que se les antoja.
Me apena mucho hacer público esto, pero siento que el trabajo de los editores no se valora y no solo eso, sino que ahora, y no porque no lo merezcan, se aprecian más otros trabajos relacionados, como el de los diseñadores, pues a la persona que hacía esta labor se le pagó completo, pero a quien esto escribe no.
«Cuentas claras hacen amistades largas»
Para que este tipo de situaciones no ocurran más, debemos ser claros desde el principio, independientemente de las amistades. Es prioritario hacer un contrato donde se acuerden el monto total por el pago realizado y las fechas de pago, porque esto es básico para que todo se mantenga en su justa dimensión y no se caiga en situaciones desagradables para todos, donde incluso uno termina enemistándose con otros. Bien dice el dicho: «Cuentas claras hacen amistades largas».