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Diego Ocampo Gutiérrez de Velasco, nuevo presidente de la Fundación INCIDE, plantea un ambicioso plan para impulsar la innovación farmacéutica hecha en México. La estrategia involucra alianzas con universidades, gobierno e industria, y un enfoque decidido en proyectos con impacto real en la salud pública.
Jorge Arturo Castillo
El futuro de la industria farmacéutica mexicana no está solo en fabricar, sino en innovar. Esta es la premisa que guía a Diego Ocampo Gutiérrez de Velasco, nuevo presidente de la Fundación INCIDE, quien asume el cargo con una convicción clara: hacer de la investigación nacional una palanca de desarrollo estratégico para el país. Desde su perspectiva, la coyuntura global —reordenamientos geopolíticos, nuevas regulaciones y oportunidades de nearshoring— abre una ventana para que México deje de ser solo maquilador y apueste por la creación de conocimiento propio.
“Es un honor encabezar una fundación integrada por las mentes más brillantes del sector. Desde su origen, INCIDE ha sido un puente entre industria y academia, y queremos fortalecer ese rol”, afirma Ocampo en entrevista exclusiva con Mundo Farma. Químico egresado de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), con estudios de posgrado en Japón, y vicepresidente de Innovación en Grupo Neolpharma, el nuevo presidente de INCIDE también lidera la Comisión de Investigación y Desarrollo en la Cámara Nacional de la Industria Farmacéutica (Canifarma) y la Asociación Nacional de Fabricantes de Medicamentos (Anafam), lo que lo posiciona como una figura clave en el ecosistema de innovación farmacéutica nacional.
Impulsar la ciencia hecha en México
Ocampo enfatiza que, más allá del discurso, la innovación nacional necesita estructuras concretas para avanzar. Una de sus primeras prioridades será fortalecer la “traslación del conocimiento”, es decir, llevar proyectos académicos hacia la industria. Según explica, muchos desarrollos científicos se quedan en tesis, artículos o patentes que nunca se materializan en productos o soluciones clínicas.
“Hay un valle de la muerte, donde muchos proyectos se quedan estancados. INCIDE puede jugar un rol clave para que esas ideas se transformen en realidades que impacten en la salud de los mexicanos”, señala.
La propuesta es generar esquemas colaborativos con universidades, centros de investigación e institutos nacionales de salud. De este modo, se busca acelerar el desarrollo de dispositivos médicos, medicamentos biotecnológicos y tecnologías sanitarias que respondan a necesidades locales.
Esquemas de vinculación con impacto
Una de las iniciativas más exitosas que INCIDE ha promovido, y que Ocampo pretende replicar y escalar, es el modelo de “retos industriales”. Este consiste en lanzar desafíos técnicos reales desde la industria hacia centros de conocimiento, para que tanto universidades como emprendedores propongan soluciones viables.
“En Jalisco, Morelos y Nuevo León logramos que problemas operativos concretos se resolvieran con talento nacional. Se generaron soluciones útiles, desde agitadores para biorreactores hasta propuestas de eficiencia en ingeniería industrial”, comenta. “Queremos llevar este modelo a otros estados con capacidad científica, como Ciudad de México (CDMX), Estado de México o Veracruz”.
La meta es articular las capacidades de investigación estatales con las necesidades del sector productivo, usando a INCIDE como articulador y catalizador.
Aprovechar la coyuntura global
Para Ocampo, el contexto internacional representa una oportunidad única. Con el “Plan México” en marcha y la presión global por relocalizar manufactura estratégica, considera que es el momento de defender una visión más ambiciosa: no solo fabricar, sino también crear.
“No podemos limitarnos a atraer líneas de producción. Debemos desarrollar innovación nacional. México tiene talento, tiene historia en ciencia farmacéutica. Lo que falta es organización y visión”, afirma.
Esta visión también conecta con reformas recientes como la nueva Ley de Adquisiciones, que en su Artículo 35, fracción VI, permite esquemas de contrato marco entre el Estado y proveedores innovadores. Ocampo ve en esta figura un instrumento para garantizar la viabilidad económica de desarrollos nacionales, mediante compras gubernamentales que incentiven la innovación.
“El Estado puede ser un catalizador. Si vamos juntos en la inversión inicial, también podemos ir juntos en la compra final”, señala.
Democratizar la innovación con el Demo Day
Uno de los programas más visibles de INCIDE es el llamado Booster & Demo Day, que busca formar y proyectar a startups mexicanas del sector salud. El año pasado se presentaron más de 40 proyectos ante empresas, fondos de inversión y laboratorios consolidados.
El programa consiste en semanas de capacitación en temas clave como regulación sanitaria, finanzas, escalamiento industrial y desarrollo clínico. Culmina con un pitch day donde los emprendedores presentan sus propuestas a posibles aliados e inversionistas.
“Es un esfuerzo para profesionalizar a quienes tienen una idea, pero les falta el camino para llegar a mercado. Ya hubo inversiones concretas y queremos ampliarlo”, detalla el presidente de INCIDE.
La meta es formar una cantera de empresas emergentes que nutran el ecosistema con soluciones reales y factibles, de la mano de expertos de la industria.
De la patente al producto
Otro reto identificado por Ocampo es el bajo índice de maduración tecnológica de las patentes registradas en México. Muchas de ellas quedan registradas, pero sin explotación.
Por eso, busca colaborar con el Instituto Mexicano de la Propiedad Industrial (IMPI) para activar su nueva Oficina de Transferencia de Tecnología.
“Queremos que las patentes sean el inicio de un desarrollo, no el fin. Con el IMPI estaremos evaluando mecanismos para detectar proyectos con potencial y llevarlos a escalamiento industrial”, afirma.
La idea es crear un pipeline nacional de innovación, donde las mejores ideas encuentren aliados, financiamiento y estructura para llegar a ser productos concretos que beneficien a la población.
Colaboración, no competencia
Uno de los aprendizajes más valiosos que Ocampo destaca de su formación en Japón es el enfoque colaborativo. A diferencia de lo que a veces ocurre en México, donde prevalece la competencia entre grupos de investigación, allá las universidades comparten equipo, servicios y líneas de trabajo.
“Aprendí que colaborar es avanzar más rápido. Hoy más que nunca necesitamos sumar esfuerzos y dejar atrás las rivalidades institucionales”, reflexiona.
Esa lógica, afirma, es la que quiere aplicar en INCIDE: ser un nodo de articulación entre industria, academia, gobierno y sociedad. En sus palabras: “la innovación abierta es el camino”.
Un liderazgo con visión estratégica
A pesar de su juventud, Ocampo ya ha ocupado puestos clave en comisiones de innovación en Anafam y Canifarma. Además, ha participado en mesas técnicas sobre biotecnología y regulación sanitaria, lo que le da una visión integral del sector. A ello se suma su formación universitaria y posgrado, así como la influencia de su padre, el licenciado Efrén Ocampo, veterano del sector farmacéutico.
“Mi padre me enseñó a pensar más allá de mi empresa, a trabajar por el bien del sector. Eso es esencial cuando representas a múltiples actores”, asegura.
También reconoce el aprendizaje de sus colegas de la industria, con quienes ha compartido visiones y negociaciones para construir consensos.
El reto: ordenar el ecosistema
Quizá el mayor desafío que enfrenta INCIDE bajo su Presidencia es el desorden que impera en el ecosistema de innovación. Hay actores dispersos, esfuerzos duplicados y falta de mecanismos estables de colaboración.
“Tenemos talento, pero nos falta orquestación. INCIDE puede ser ese agente de orden y vinculación”, afirma. Su plan es identificar a los actores clave, proponer esquemas de cooperación y crear condiciones para que la innovación nacional florezca.
Además, advierte que la incertidumbre global —económica, política y tecnológica— puede frenar algunos proyectos, por lo que será fundamental diseñar esquemas que mitiguen el riesgo.
“La innovación ya es riesgosa de por sí. Necesitamos estructuras que den seguridad y sostenibilidad a los desarrollos”, plantea.
Un mensaje para el sector
Hacia el final de la conversación, Ocampo lanza un mensaje claro a la comunidad farmacéutica:
“En México se está innovando. Tal vez no en los volúmenes que quisiéramos, pero sí con calidad, talento y compromiso. INCIDE está abierto a escuchar, a colaborar, a convertir ideas en soluciones. Queremos que esas ideas cambien la vida de alguien con un problema de salud”.
Y concluye con un llamado: “Es tiempo de creer en la ciencia hecha en México. No solo podemos fabricar. También podemos crear”.