Columna LIDer
El liderazgo puede aprenderse porque no es una cualidad innata, sino que se adquiere y fortalece con entrenamiento diario y con la acumulación de experiencias. Por lo tanto, si nos queremos mantener vigentes no dejemos de aprender ni de poner en práctica lo aprendido. Quizá fallemos, pero esto nos hará más fuertes.
Bertha Herrerías
Mientras más sabemos es más complejo tomar decisiones. En el World Business Forum realizado en la CDMX, ocho ponentes considerados figuras influyentes del mundo empresarial: CEOs, innovadores y pensadores, compartieron con los más de 2,000 asistentes sus historias, estrategias y recomendaciones.
Entre ellos y con una participación destacada, Santiago Íñiguez, autor de Global Leaders, publicado por LID Business Media, presidente de IE University y experto en desarrollo directivo, resaltó la importancia del entrenamiento para la competencia.
En esta era en la que las empresas, de todos los tamaños, enfrentan grandes retos ¿por qué no prepararnos? Entrenarnos, como lo hacemos en el gimnasio, para fortalecer nuestros músculos estratégicos. Cuando queremos bajar de peso hacemos ejercicio y dieta, nos ponemos un programa para lograrlo.
Los cambios representan incertidumbre
El anterior principio lo debemos de enfocar también en los negocios. Los seres humanos, por lo general, nos sentimos cómodos con las costumbres y rutinas; de hecho, para algunos, los cambios representan incertidumbre por lo que los ven con recelo. Sin embargo, si los empresarios quieren permanecer vigentes en el mercado deben de aprender/entrenarse para lidiar con nuevos y más ágiles competidores.
Uno de los retos que enfrentan las grandes corporaciones es mantener el pulso en el cambio interno y estimular la innovación; aunque su importancia sea comprendida, el riesgo está en el momento en que se quiera hacer la implementación. Para tener éxito, se necesitará de una estrategia y de un líder que sepa gestionar equipos para lograr cumplir los objetivos.
Una estrategia exitosa trata de cómo ganar y para esto deberá contar con una visión a mediano y largo plazo. Grandes empresas lo han logrado porque sus líderes fueron visionarios, no se hicieron de la noche a la mañana, sino que se fueron fortaleciendo poco a poco y, la mayor parte de las veces, con un gran número de fracasos a través de su historia.
Nunca terminamos de aprender
Debemos de ser lo suficientemente humildes para reconocer que nunca terminamos de aprender y esto se tiene que trasladar hacia las organizaciones. Y aquí enfrentamos una paradoja: una gestión efectiva del conocimiento requiere que los procesos y rutinas operacionales de una empresa se integren a la cultura organizacional. Un buen ejemplo de esto lo vemos en empresas familiares en las que permea, de generación en generación, el uso de la información y las experiencias que van, en conjunto, creando la solidez que se necesita para el crecimiento.
Cabe destacar que ahora es muy importante saber manejar el volumen de información disponible de múltiples fuentes y que ha dado lugar a fenómenos como el Big Data. Pero tener todos estos datos a la mano no harán de la persona un líder, éste deberá de aprender a gestionar esa información. “Crear conocimiento organizacional original es intrínseco a la misión y a la cultura de una compañía e involucra al CEO y a la Alta Dirección”, comentó Íñiguez.
El liderazgo no es una cualidad innata
En el libro Global Leaders, el autor comenta que algunos ejecutivos creen que pueden tomar decisiones acertadas al tener toda la información. Claro que el conocimiento apropiado ayuda a mejorar y a alcanzar la toma de decisiones; sin embargo, nunca tendremos la certeza de que tenemos todos los datos ni que éstos nos garantizan el éxito.
El liderazgo puede aprenderse porque no es una cualidad innata, sino que se adquiere y fortalece con entrenamiento diario y con la acumulación de experiencias. Por lo tanto, si nos queremos mantener vigentes no dejemos de aprender ni de poner en práctica lo aprendido. Quizá fallemos, pero esto nos hará más fuertes.