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El síndrome geriátrico de la polifarmacia

Columna Sapiencias

 

 

“Los medicamentos no funcionan en aquellos pacientes que no los toman”: Charles Everet Koop, experto en salud pública

 

Enrique Chao Barona

Es editor de diversas publicaciones de negocios verticales y consultor editorial independiente. Su correo electrónico es: enrique.chao@mundofarma.com.mx

 

Al ver una receta de mi médico de cabecera me di cuenta que ya me estaba haciendo viejo porque, aparte de sostener necedades y defender causas perdidas, tomaba muchos medicamentos, tres o cuatro a la vez, y eso es lo que los expertos de la Organización Mundial de la Salud (OMS) califican de polifarmacia, un síndrome geriátrico que pone en la lona a los ancianos.

Los viejos, a quienes los editores de este portal me obligan a llamar adultos mayores –personas adultas mayores de 60 años-, tomamos muchos medicamentos, practicamos la polifarmacia. Hay quien dice que dos tercios de la población de edad avanzada utiliza dos o más medicamentos al día. Supongo que el cuerpo no está hecho para durar tanto, y que quizá por eso los adultos mayores de 65 años, según leí por ahí, consumimos un promedio de dos a seis fármacos prescritos y de una a tres sustancias no recetadas por los médicos.

Luego supe que también los adultos mayores ensayan con la herbolaria, la homeopatía, la curación a distancia y demás hierbas…, y que si su pareja es hipocondríaca, pues ambos están en el peor escenario, porque eso es contagioso. Sí, la polifarmacia es contagiosa. El enfermo imaginario es un peligro para su familia. De hecho, hay doctores que se quejan de que sus pacientes no reportan todo lo que se toman, y luego, cuando prescriben, se cruzan con todo lo que se toman; y es que es algo tan rutinario que no lo piensan como un medicamento.

 

Interacción de medicamentos

Las farmacéuticas no ayudan mucho en esto: y es que hay todo un arsenal para antigripales, analgésicos, antiinflamatorios y otros que están en el mostrador, a la mano; pero tampoco ayuda la cultura de automedicación, tan extendida en el país.

Tengo un amigo geriatra que recomienda en vez de qué nuevo medicamento le va a dar a un paciente, él piensa cuál le puede quitar, pues varios de los problemas pueden ser resultado de la interacción de medicamentos.

Ahora vivimos más, no sé si mejor, pero vivimos más que otras generaciones que nos precedieron, que morían antes de los 70. En los países desarrollados la esperanza de vida de la población crece –en Japón está en alrededor de 84 años-, y esta mejora se ha conseguido, entre otros motivos, “por la reducción en la mortalidad achacable a avances médicos y tecnológicos, cambios en los estilos de vida y en la nutrición y en el acceso a la salud”.

Pero como las personas viven más tiempo, las enfermedades crónicas se acumulan, es decir, aquellas afecciones de más de seis meses y de progresión lenta (como la diabetes, la arteriosclerosis, la hipertensión, las enfermedades degenerativas, la artrosis…). Y aunque no existe una relación entre duración y gravedad, las enfermedades crónicas permiten suponer un incremento de los gastos en el renglón salud, ya que las consultas, las pruebas, los tratamientos…, y todo en aumento, además del sufrimiento de quien las padece.

 

El no apego al tratamiento, una pesadilla

A pesar de lo anterior, soy optimista: yo no debo estar tan viejo aún. Apenas tomo tres medicamentos todos los días, y mi pareja, ocho. Ella practica más polifarmacia que yo. Lo que sí es que para allá voy, aunque en realidad siempre he sido un mal paciente. Por cierto, mi amigo médico me dijo, en sentido opuesto, que el incumplimiento o el no apego al tratamiento se ha convertido en una pesadilla en el campo de la salud.

Mi amigo me mostró una nota del diario La Vanguardia donde se habló en una alarmante nota del alto grado de incumplimiento por los pacientes en la toma de medicamentos recetados por sus médicos (de ahí la importancia de la salud digital, la eHealth, que coadyuva al apego de los pacientes, sobre todo a través de aplicaciones en el celular o del seguimiento online).

Claro, el cronista advirtió lo que todos pensamos, que uno incumple el tratamiento farmacológico porque se olvida de tomar el remedio, porque ya se siente bien y ya para qué tomarse la molestia de seguir con la píldora, o tal vez, porque el medicamento, como suele pasar, sabe mal o es tan caro que, “apenas me sienta bien me la quito”. Lo cierto es que a partir de esa suspensión todo declina y lo que iba en recuperación se pierde.

 

Incumplimiento estadístico

En Canadá hicieron una importante investigación en la Universidad McMaster y detectaron justo lo que todo mundo temía: que uno de cada dos pacientes abandonaba su posibilidad de sanar.

Robby Nieuwlaat, y su equipo de investigadores llegaron a esa conclusión luego de interminables estudios que, aunque sean de Canadá pueden encontrarse en otras sociedades y países: “el grado de incumplimiento por los pacientes en la toma de medicamentos recetados por sus médicos es tan elevado como el 50 por ciento”.

Ese dato me cimbró. ¡Qué ganas de empeorar!, pensé, sin darme cuenta que yo estaba entre los que, apenas notan una mejoría; que ya no tosemos tanto, que ya nos quejamos menos, o que ya no me lloran los ojos, metemos a los medicamentos debajo de la alfombra y nos vamos de juerga.

Bueno, eso es un decir. La verdad es que mi pareja y yo, gracias a Internet, vamos menos al médico; nos checamos poco. No vaya a ser, decimos. Pero con un consuelo, un consuelo tonto, por supuesto; nos queda Internet; ahí preguntamos lo que nos aqueja en términos de salud, incluso de prevención (cosa que tampoco nos seduce).

El artículo le toma el pulso a la responsabilidad de cada posible causa en este nivel de incumplimiento, y como “no hay datos lo bastante fiables como para poder hacer estimaciones mínimamente certeras… tampoco es fácil idear estrategias que ayuden a disminuir el nivel de incumplimiento”.

Los investigadores canadienses concluyen que “se debe favorecer una mayor comunicación entre pacientes y doctores, si bien en ocasiones es difícil para los primeros alcanzar un contacto más personalizado”.

Los autores del estudio ven conveniente buscar la colaboración a un nivel internacional para acercarse a este asunto tan delicado al comparar el fenómeno del incumplimiento en la toma de medicamentos.

 

El síndrome de la polifarmacia
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