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El rol de los profesionales de la IC

Columna ACROM

La pandemia de Covid-19 ha mostrado en todo el mundo, de manera cruda e incuestionable, la imperiosa necesidad de entender el conocimiento científico y permitir su aplicación para solucionar los problemas que como sociedad enfrentamos.

Jose Luis Viramontes Madrid

Durante los últimos meses, con la llegada de las vacunas para Covid-19, hemos sido testigos del enorme flujo de información sobre aspectos básicos del proceso de desarrollo de intervenciones terapéuticas dirigido al público en general. En muchas ocasiones, la información disponible o su interpretación ha sido de muy pobre calidad, lo que ha provocado concepciones erróneas sobre medidas de probada eficacia para enfrentar la pandemia, o la aceptación y promoción no racional de intervenciones sin ningún sustento científico.

La infodemia es un concepto al que la Organización Mundial de la Salud (OMS) se refiere como “el gran aumento del volumen de información relacionada con un tema particular, que puede volverse exponencial en un período corto debido a un incidente concreto”. Conceptos de investigación clínica, de epidemiología y de bioestadística son ya parte de discusiones públicas en los medios de difusión y en las redes sociales.  Hay un flujo enorme de información -y desinformación- que genera de manera natural una gran confusión, ansiedad, y angustia entre la población. Es un hecho que los temas científicos, como lo son la aparición, el diagnóstico, el impacto, el tratamiento y la prevención de Covid-19, así como los procesos de desarrollo de vacunas o la eficacia o efectividad de alternativas terapéuticas, deberían idealmente ser primero interpretados y traducidos por un profesional de la salud para su consumo apropiado por el público en general.

Un fenómeno secundario, y hasta cierto punto natural, que se ha observado ante la gran ola de información científica y pseudocientífica que nos inunda, es el surgimiento de múltiples fuentes y/o personas que se asumen como los expertos y poseedores de la única verdad sobre el tema. Hay debates intensos entre políticos, periodistas y público en general, quienes de manera directa o indirecta, y con mucha o muy poca información, tienen una influencia en la opinión de la gente, y por lo tanto, tienen potencialmente un impacto en la salud pública.

Evidencia científica difícil de cuestionar

El daño generado aún está por evaluarse, pero es un hecho que ha aumentado el número de personas “mal informadas por exceso”, que no son conscientes de la gravedad de la situación, o que pueden exagerarla. Esto genera posturas inadecuadas ante el problema que enfrentamos, dando por resultado gente que no asume su responsabilidad y decide no seguir las recomendaciones sanitarias para prevenir contagios. El caso extremo, desde luego, es la negativa de sectores de la población a las vacunas actualmente disponibles para disminuir el riesgo de contagios de Covid-19, todas ellas sustentadas por evidencia científica difícil de cuestionar. Aunque todo esto es un fenómeno global, por desgracia, en países como el nuestro, se dan las condiciones propicias para que la desinformación crezca y se manifieste.

Quien conduce un análisis de información debe transparentar de manera clara su objetivo y respetar en el proceso las reglas metodológicas básicas que apliquen en cada caso. El aspecto ético en el manejo y comunicación de la información es, desde luego, un punto adicional fundamental.

De manera muy general, los factores a considerar antes de establecer alguna conclusión obtenida a partir de un grupo de datos, pueden englobarse en alguno de los siguientes tres grandes grupos:

  1. La calidad de los datos primarios u originales.
  2. El proceso o metodología que se sigue para hacer el análisis y
  3. La perspectiva, objetivos e intereses de la persona o del grupo que conduce o coordina dicho análisis.

Colaboración de expertos

Con estos tres parámetros, son lógicas las preguntas que debemos hacernos quienes consumimos las conclusiones ofrecidas por los expertos en el análisis de información y que nos ayudarían a evaluar su posible utilidad:

  1. ¿Qué tan confiables, completos, y actualizados son los datos utilizados?, ¿Qué tan representativa es la muestra de donde proviene la información?
  2. ¿Se ofrece algún sustento con relación a la metodología o el proceso que se siguió para el análisis?, ¿se definen los supuestos o variables consideradas en el análisis, o sus limitaciones?, ¿se menciona el tamaño de muestra, los rangos de confianza, o la significancia estadística?
  3. ¿Qué institución, compañía o grupo respalda, patrocina, o apoya la recolección, revisión y análisis de los datos?, ¿Quién costeo el trabajo?, ¿qué perfil tiene el grupo o la persona responsable del esfuerzo?, ¿Qué intereses pueden identificarse atados a ciertos resultados o conclusiones?, ¿dónde está siendo publicado el análisis?

El uso adecuado de herramientas estadísticas en la conducción de un análisis de datos es un aspecto crítico que no puede ser minimizado y que necesariamente requiere la colaboración de expertos. La estadística es una excelente ayuda para confirmar o descartar hipótesis de trabajo, identificar y cuantificar tendencias o diferencias entre poblaciones, además de sacar conclusiones que tengan significado desde el punto de vista científico.

Una herramienta útil

Manejar la información, o manipularla, a través de procesos estadísticos específicos, o usando modelos ad-hoc, puede dar sustento a casi cualquier conclusión, además de ser una herramienta útil para contar y vender cualquier historia. En línea con esta afirmación, los modelos bioestadísticos o matemáticos, son muy útiles para estimar o predecir algunos fenómenos biológicos, pero tienen siempre limitaciones metodológicas o de diseño que deben ser consideradas de antemano.

Por todo esto, siempre debe recordarse ante un conjunto de datos obtenidos a partir de un evento biológico, que siempre puede haber más de una sola interpretación -con sustento estadístico o no- y no necesariamente sólo una interpretación puede ser asumida como la correcta. Bajo estas circunstancias, las conclusiones o interpretaciones que se hagan a partir de una misma base de datos pueden llegar a ser diametralmente opuestas. Es así como algunos modelos con resultados aparentemente contrastantes o en conflicto, hechos sobre un mismo grupo de datos, pudieran ser descartados erróneamente al ser calificados como poco confiables o sesgados.

Reforzar los cuidados generales

A manera de conclusión, me gustaría enfatizar los siguientes puntos:

  1. La pandemia de Covid-19 es una emergencia sanitaria mundial de una dimensión no conocida aún y con un impacto muy importante en prácticamente todos los ámbitos de nuestra vida. Debo enfatizar que en ningún país se puede hablar todavía en pasado al referirse al Covid-19 y aunque en este momento, gracias al uso masivo de las vacunas, algunos países se encuentran ya en un proceso de recuperación y adaptación a la nueva normalidad post pandemia, existe todavía la posibilidad de rebrotes en todos lados,
  2. En México nos encontramos aun en una etapa crítica de la pandemia, luego de casi año y medio del primer caso, y lo seguiremos estando hasta que se complete la vacunación de la mayoría de la población. Todos debemos estar muy alertas, evitar hacer caso a información que caiga en extremos optimistas y reforzar los cuidados generales.
  3. Los mensajes oficiales directos e indirectos de la autoridad sanitaria hacia la población han sido y siguen siendo extensos, muchas veces complejos, confusos y poco consistentes en cuanto a la gravedad de la situación que enfrentamos, lo que ha provocado desorientación en la opinión pública.
  4. Los profesionales de la salud en general, y de la IC en particular, debemos seguir concientizando a la población en cada oportunidad a nuestro alcance, explicando conceptos y aclarando dudas cada que sea necesario. En el mismo sentido, debemos tener apertura al diálogo y al debate con pares, basado en argumentos puramente científicos, además de aprovechar siempre la contrastación de ideas para mejorar nuestro nivel de conocimiento sobre el problema que enfrentamos.

La pandemia de Covid-19 nos ha dado una valiosa oportunidad para aprender, reflexionar, adaptarnos y fortalecernos.  Todos tendríamos que aprovechar el momento.

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