Columna Nutrición y Bienestar
Miedo al cambio, incertidumbre, duda o querer resultados rápidos, son sólo algunos de los pensamientos que emanan de los pacientes cuando están por iniciar un cambio en su estilo de vida que implique olvidar hábitos poco saludables.
Ofelia Coop Gamas
Antes de comenzar, te pido que reflexiones y respondas las siguientes preguntas con completa honestidad:
- ¿Procrastinación? Por ejemplo: «Ahora si prometo empezar la dieta este lunes. ¡Ups, ya es lunes! Mejor termino esta semana y ahora sí, sin falta, comienzo el siguiente lunes».
- ¿Te preocupas sobre medida por tus problemas de salud, sin embargo, no tomas ninguna medida para cuidarte? Por ejemplo, cada noche piensas en el exceso de peso que tienes y las posibles consecuencias sobre tu salud cardiovascular, pero sigues alimentándote de la misma forma y no dejas de consumir alimentos ultra procesados.
- ¿Iniciaste los cambios en tu alimentación, comiendo de manera equilibrada y correcta? Pero, resulta que el fin de semana tienes una reunión, fiesta o es el inicio de las vacaciones; y decides no continuar con tu alimentación saludable por el miedo al qué dirán los demás de que tú éstas a “dieta”.
- ¿Llevas años quejándote de tu peso, de tu cuerpo o de tu genética poco agraciada, pero continuas sin hacer algo al respecto?
- ¿Comienzas cada año con la implementación de todas las dietas de moda “Keto, De la Zona, Gluten-Free”, pero cada vez que se acerca el fin de semana, consideras el sábado y domingo como días libres, como recompensa por haber llevado con satisfacción la dieta?
- ¿Te inscribes en todos los retos de dietas que encuentras en redes sociales, pero terminas por dejarlos porque crees que con llevarlos solo unos cuantos días es suficiente para tener la figura perfecta?
- ¿Realizas actividades de “baja prioridad” y dejas las actividades de alta prioridad? Por ejemplo, lavas tus tenis, te compras ropa deportiva… pero postergas iniciar la actividad física.
¿Te sentiste identificado con alguna de estas situaciones?
¿Serán estas situaciones alertas de autosabotaje? ¿Estarás durmiendo con el enemigo? Tú eres el propio enemigo, tu propio obstáculo. Todos estos comportamientos y/o pensamientos son comunes en el autosabotaje y que te alejan de tu meta de salud. Este autosabotaje también puede extrapolarse en el día a día con tus actividades cotidianas, en el trabajo, en la escuela, o incluso, con la familia.
¿Por qué me autosaboteo?
Existen varias razones por las que se genera el autosabotaje:
- Miedo al cambio: realizar cambios en la rutina, en tu estilo de vida y en todo lo que implica cuidado de la salud, genera una incertidumbre, desconfianza o angustia que pueden impulsar pensamientos negativos y que bloquean el cambio. El humano es un ser de rutinas y en la inmensa mayoría de los casos huye del cambio. De forma inconsciente, busca lo más fácil, lo rutinario y que implique quedarse en la zona de confort y en lo que ya conoces. Esto aun sabiendo que necesitas corregir ese mal hábito que te está generando daño.
- Culpar un factor externo: no hacerte responsable de tus actos y pensar que algo o alguien más tiene la culpa de lo que tú no puedes lograr. Por ejemplo, en el plan de alimentación que estás llevando tienes un menú súper delicioso, pero resulta que al revisar tu alacena te percatas de que no tienes los ingredientes necesarios, y mejor optas por recurrir al cereal azucarado, el cual has guardado celosamente.
- Sentirse mal: el ser humano por naturaleza tiende a rechazar y evitar el sufrimiento. Un tipo de satisfacción inmediata y estímulo para el cerebro son los alimentos que contienen sustancias adictivas como el azúcar, grasas trans, sal, harinas, etcétera. ¡Piensa! ¿En algún momento has recurrido a comer brócoli, cuando te sientes triste? ¡Claro que no! Nunca escucharás atracones de alimentos comiendo verduras, no así los atracones con helado, chocolate, dulces, etcétera. Es por ello por lo cual, antes de iniciar con un plan de alimentación, tu nutriólogo/a debe orientarte en algunas alternativas para el manejo de la ansiedad y ser tú guía en este proceso de trasformación.
- Sensación de pérdida: va de la mano con el miedo al cambio. Pensar que dejarás de hacer algo rutinario y que pueda repercutir de manera negativa en tu vida diaria. Por ejemplo, pensar erróneamente que, al empezar la dieta, ésta provocará que ya no rindas en el trabajo, tengas falta de energía y descompensación. Estos son pensamientos negativos de autosabotaje que inconscientemente te generan incertidumbre. Claro que desprenderse de las cosas y eliminar alimentos que no te están aportando beneficios a tu salud cuesta trabajo, sin embargo, es más importante hacer conciencia del daño crónico que te están haciendo y de las posibles repercusiones lamentables sobre tu salud a futuro.
- Querer resultados inmediatos: el cambio de hábitos es un proceso que lleva tiempo y no ocurre de la noche a la mañana. Recurrir a productos milagro, quemadores de grasa o dietas de moda, no son la solución al problema. Quizá observes resultados rápidos, pero si no se generan cambios de hábitos que formen parte permanente en tu estilo de vida, es muy probable que se dé el famoso efecto rebote y regreses a tu peso inicial, incluso más.
Pautas para evitar el autosabotaje en la alimentación
El ser humano es un ente complejo. Los cambios en la alimentación son procesos que llevan tiempo. Para evitar el autosabotaje en la alimentación te recomiendo:
- Abraza el cambio: recuerda que un cambio de hábitos no solo es «bajar de peso» o «bajar grasa», también es importante disfrutar el proceso, consentir tu cuerpo y sentir los pequeños cambios. Vale la pena el esfuerzo, piensa positivo.
- Asume las responsabilidades: evita culpar a quienes te rodean (personas, alimentos, situaciones, etcétera), confía en tus señales corporales y tus elecciones alimentarias. Es normal comer más de la cuenta de vez en cuando, confía en que los estás haciendo bien y retoma tus hábitos saludables.
- Si te sientes mal emocionalmente busca distraerte con otra cosa: en ocasiones, puedes sentir que la ansiedad te domina y terminas comiendo todos lo que encuentras en la alacena. Algunas opciones que te alejan de comer por ansiedad son: escuchar música, pintar mandalas, escribir, darte un baño, meditar o hacer ejercicio. La solución no es comer.
- No te centres en la pérdida de peso que se produce: recuerda que lo importante es el progreso. Haz un listado de los beneficios que te traerá el llevar un cambio de hábitos saludables o iniciar un cambio de estilo de vida.
- Piensa cuánto deseas ese cambio: paciencia, esa es la clave para el éxito de tus metas. Una sugerencia es fijar objetivos a corto plazo y alegrarse por los pequeños resultados para sentirse motivado. Si no estás acostumbrado a beber agua, por ejemplo, fija beber agua cada determinado tiempo colocando una alarma, eso te recordará que necesitas hidratarte.
Señales de que lo estás haciendo bien
Son señales que en ocasiones pasan inadvertidas para los pacientes. Si notas alguno de estos cambios vas por buen camino:
- Reducción de medidas.
- Te sientes con más energía.
- Tu relación con la comida ha mejorado.
- Entrenas porque te gusta y no porque “debes”.
- Te tomas fotos semanales, donde visualizas notables diferencias.
- Tienes menos estrés y duermes mejor.
Finalmente, no te rindas ni te preocupes, nadie es perfecto. Puedes equivocarte de vez en cuando, el aprendizaje de cada situación te hará crecer como persona.